1. ¿Qué aportan los dulces para la salud de los niños?
Los dulces incluyen básicamente las fuentes más simples que son los “endulzantes”: azúcar (blanca o morena), miel, panela, fructuosa, glucosa, sorbitol que a su vez, se adicionan a bebidas como jugos o gaseosas u otras preparaciones como postres o que se usan para elaborar golosinas, tortas, galletas, entre otras.
Estos “dulces”, ingredientes-base de las golosinas, aportan simplemente energía (calorías), con base en carbohidratos (azúcares), sin aportar proteínas, ni vitaminas, ni minerales. Es decir, tienen muy bajo valor nutricional.
2. ¿Los niños necesitan consumir dulce?
Durante la infancia no es necesario incluirlos como parte de la alimentación, dado que la energía que ellos proveen puede derivarse de otros alimentos nutricionalmente más “completos”.
Los dulces simplemente son un complemento que puede colaborar en pequeña medida con la cobertura total de los requerimientos o las necesidades energéticas del niño, y no son INDISPENSABLES O NECESARIOS. Puede prescindirse, COMPLETAMENTE, de ellos y las necesidades calóricas pueden cubrirse con base en cereales (arroz, maíz, trigo, cebada, centeno, quinua), leguminosas (lentejas, garbanzos, arvejas, frijoles), tubérculos (papas, yuca, plátanos), frutas, vegetales, que además de contener naturalmente carbohidratos (azúcares) más “estructurados” o complejos, son fuentes de vitaminas y minerales, es decir, son alimentos con mayor “valor nutricional” (además de azúcar-energía, tienen vitaminas y minerales, y en el caso de cereales y leguminosas, tienen proteínas).
3. Los dulces ¿pueden hacer daño? ¿Cómo puede afectar el exceso en la ingesta de dulces-golosinas?
Como se comentó, azúcar, miel, panela y otros, sirven para elaborar productos o golosinas más complejas a las que además se agregan colorantes, grasas, conservantes.
Estas golosinas-dulces, suelen ser más atractivos para los niños que los alimentos o preparaciones como frutas, vegetales, carnes, arroz, arepa y los niños pueden llegar a “desplazar” esos alimentos completos nutricionalmente (con vitaminas, minerales, proteínas, fibra) por esta clase de “bocados”.
El consumo regular y diario de varias “golosinas” y el reemplazo de alimentos nutricionalmente completos, puede conllevar a deficiencias de nutrientes, como proteínas, vitaminas, minerales, a costa de un exceso de calorías con base en azúcares y algo de grasas, según la manufactura del producto. Asimismo, el exceso de “dulce” sumado a los colorantes, puede generar estados de hipereuforia e hiperactividad, seguidos de depresión, tristeza e incluso agresividad. Pero además, el consumo importante y sostenido puede determinar el aumento del tejido adiposo corporal (reserva grasa), sobrepeso y obesidad, concomitante a una malnutrición (deficiencias nutricionales específicas) por la falta de consumo adecuado de vitaminas y minerales. Es decir, un niño con sobrepeso a expensas de golosinas, perfectamente puede padecer anemia si el consumo de carnes es escaso o presentar alteraciones en su mineralización ósea si no consume leche ni yogur.
También, si el consumo de golosinas es persistente y en cantidades importantes puede asociarse con la aparición de caries dentales, dolor abdominal, trastornos en el apetito (inapetencia), diarreas agudas o diarreas crónicas, síndromes de malabsorción (es decir, trastornos en la absorción y disponibilidad de nutrientes necesarios para el organismo), especialmente cuando la ingesta es abundante, repetida, cotidiana. No obstante, en el otro extremo, especialmente si el niño no consume alimentos-fuente de fibra y no toma agua, puede condicionar estreñimiento.
4. ¿Cuál es el límite de “dulces” o golosinas?
Los dulces o golosinas deben ser un ocasional, y no un “diario” o algo cotidiano, como sí lo deben ser la leche, el yogur, la carne, vegetales, frutas, arroz, pan, entre otras. Deberían ser parte de una paseo especial o de una salida en familia, para el fin de semana, o bien, como máximo, podría incluirse si no existe ninguna restricción adicional, “1 golosina diaria”.
5. Comentarios
Los endulzantes y los productos que los contienen como ingredientes, deberían ser de consumo ocasional, como un “especial” o diferencial de una reunión familiar o un paseo, y no constituirse como el eje de la “alimentación” del niño o como el premio por conductas apropiadas. Los niños que los incluyen prioritariamente y a diario, están más expuestos a trastornos en el estado nutricional así como todos los impactos descritos en el apartado número 3.
Recomendación
Es fundamental instaurar hábitos alimentarios saludables, desde el mismo momento en que se comienzan a dar alimentos diferentes a la leche materna o a la fórmula infantil, es decir hacia los 6 meses de edad. Evidencias contundentes nos muestran, a través de cohortes enteras de niños seguidos desde el inicio de la alimentación complementaria y hasta los 20 y 21 años de edad, que las preferencias se demarcan e instalan en los primeros años de vida, niños enseñados a comer sano y saludable, incluyendo vegetales y frutas, leche y carnes, tomando agua, continúan con este patrón de alimentación en su vida joven y adulta. Con lo anterior, a su vez, programan una vida saludable y previenen enfermedades como obesidad, diabetes, hipercolesterolemia, tensión arterial alta, entre otras.