Comité Editorial  GNP

Adaptado de: Daza W, Dadán S, Arango C, Higuera M. “Ingesta excesiva de proteínas en la infancia y programación metabólica: presentación de caso clínico y revisión de literatura”. Programa de Educación Continuada, PRECOP, ISSN 2015; vol 1478-1549

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 La prevalencia mundial de sobrepeso y obesidad ha pasado de 4.2% en 1990 a 6.7% en el 2010, siendo la población pediátrica un grupo cuya presentación es cada vez mayor. En Colombia, según cifras de la ENSIN (Encuesta Nacional de la Situación Nutricional en Colombia), en los menores de 5 años de edad, la obesidad se ha incrementado de 3,2% en el 2005 a 5,2% en el 2010, con 20,2% de sobrepeso para el mismo grupo de edad. Según un estudio en la Unidad de Gastroenterología, hepatología y nutrición pediátrica (Gastronutriped), entre el 2010 y el 2014, el 15,5 % de 1346 pacientes tenían exceso de peso, 8% sobrepeso y 7,5% obesidad propiamente dicha. El sobrepeso se presentó más en el género femenino (60,6%) y en los lactantes (35.7%). La obesidad fue similar en ambos géneros pero en mayor proporción en los escolares (43,5%).

 La “programación metabólica” es el proceso por el que la exposición a estímulos o insultos ambientales durante fases críticas del desarrollo, puede desencadenar mecanismos adaptativos que resultan en cambios permanentes (memoria) en la fisiología del organismo, pudiendo ocurrir en diferentes etapas, particularmente en el periodo fetal y en la infancia temprana. 

El genoma per se puede contener polimorfismos que aumentan el riesgo de ciertas entidades como enfermedad coronaria, obesidad, Diabetes Mellitus tipo 2 (DM2), cáncer, entre otros.

 

No obstante, la expresión o susceptibilidad de estas entidades puede estar condicionada por la epigenética, definida como el conjunto de factores nutricionales y/o factores no nutricionales (exposición al tabaco, infecciones, medicamentos, estrés, nivel socioeconómico), que influyen desde el útero, durante la infancia y/o en la adultez.

Asimismo, la “programación” para estas patologías en generaciones previas puede “pasar” a generaciones subsiguientes, aspecto denominado “teoría transgeneracional”, que también impacta sobre la expresión de estas enfermedades.

La ingesta excesiva de proteínas se ha asociado con cambios en la programación metabólica, con consecuencias a corto y a largo plazo. Se ha demostrado que el exceso de proteínas en la vida temprana, particularmente en los primeros 2 años de vida, puede condicionar la sobreproducción de Insulina, del Factor de Crecimiento similar a la Insulina (IGF-1) y de proteína fijadora 3 de IGF-1 (IGFBP3), determinando hiperplasia celular y adipogenicidad, mayor riesgo de sobrepeso u obesidad y de algunas enfermedades crónicas del adulto como la DM2, hipertensión (HTA), entre otras.

Se ha postulado que los incrementos en la secreción del IGF-1 y al IGFBP3 son paralelos al aumento en la secreción de Insulina, por estimulación directa de las proteínas sobre los hepatocitos con incremento en la secreción del IGF-1 y sobre las células de Kuppfer, que secretan IGFBP-3. El aumento de la Insulina sería equivalente al aumento en los niveles séricos de aminoácidos de cadena ramificada (AACR), valina, leucina e isoleucina, posterior a una ingesta alta de proteínas o de proteínas de calidad media o baja (aquella que se caracteriza por un contenido insuficiente de algún aminoácido esencial respecto del aminograma de la leche materna).

La mayoría de las fórmulas infantiles (FI) tiene una cantidad de proteínas que es superior a la de la leche materna madura, es decir, mayor a 1.8 g/100Kcal. Lo anterior, condiciona una ingesta de proteínas que supera los requerimientos diarios. Algunos estudios han mostrado que niñ@s san@s alimentad@s con FI de inicio, con mayor contenido proteico (2.2g/100kcal) y con FI de continuación con contenidos proteicos aumentados (4.4g/100Kcal) durante el primer año de vida tenían mayores niveles circulantes de aminoácidos tanto totales como los de cadena ramificada. De igual modo, a los 6, 12 y 24 meses se encontraron mayores puntajes Z para el indicador antropométrico P/T e IMC y niveles aumentados de IGF-1 (asociados con la ganancia de peso). Otros estudios han determinado que el aumento de estos aminoácidos puede ser predictor de DM2 y para resistencia a la insulina.

Por tanto, como la gestación y los primeros 2 años de vida son los más relevantes para la programación metabólica del niñ@, este período se define como “Los Mil primeros días”.

Como profesionales de la salud, y en este período en particular, debemos trabajar para disminuir factores de riesgo predisponentes y promover una adecuada nutrición para evitar enfermedades futuras. Como parte de esa nutrición, es esencial orientar sobre la cantidad y calidad de proteína que el/la niñ@ debe consumir, acorde con la edad y el género. No obstante, cabe recordar que la ingesta de proteínas debe ser suficiente porque son indispensables para varias funciones como crecimiento, desarrollo neurológico y adecuada densidad mineral ósea, sin exceder los requerimientos.