Dra. Andrea Lozano G., Residente III Pediatría U El Bosque, Comité Editorial Gastronutriped

La enfermedad celiaca (EC) es una enfermedad crónica, con compromiso de varios órganos, no solo el intestino o el aparato digestivo. Están involucradas las “defensas”, es decir, el sistema inmune y es inducida o “detonada” por una reacción a las proteínas contenidas en el gluten (trigo, cebada y centeno, avena), en personas genéticamente predispuestas. Es decir, la gran premisa para que acontezca la enfermedad es la “susceptibilidad genética”. Se ha identificado que la EC está fuertemente asociada a los antígenos leucocitarios humanos (HLA) de clase II, HLA DQ2 Y HLA DQ8. Si bien ser “portador” de uno de los dos antígenos es necesario para el desarrollo de la enfermedad, No Es Suficiente; la predisposición genética está presente en alrededor del 30 – 40% de la población general, pero sólo un pequeño porcentaje de portadores (2 – 5%) desarrollan la enfermedad.

De otro lado, los factores ambientales son fundamentales en la patogénesis, es decir, para desarrollar la enfermedad. Tal es así que se ha observado un aumento en la prevalencia de EC en varias situaciones que impactan negativamente sobre la microbiota intestinal. Como parte de esos factores ambientales, se mencionan las  infecciones, tanto de origen bacteriano o viral; estos microorganismos forman y secretan sustancias llamadas “citoquinas” que “activan” vías inflamatorias que son las que contribuyen con la génesis de la enfermedad, al ampliar o amplificar la respuesta al “gluten” en individuos genéticamente predispuestos.


Así mismo, el uso indiscriminado de antibióticos, a edades tempranas (menores de 1 año), aumenta hasta dos (2) veces el riesgo de padecer enfermedad celiaca en niños con el factor genético asociado. Además, la vía del parto es clave en la configuración de la microbiota intestinal. Se ha encontrado asociación positiva entre el parto por cesárea electiva y la presencia de enfermedad celiaca.


Cuándo, cómo y con qué ritmo se introducen los alimentos complementarios, también puede influir en la expresión o no de la enfermedad, especialmente con relación a la modificación de la integridad de la mucosa intestinal y de la microbiota.

La Microbiota intestinal es uno de los intermediarios más importantes en la definición de la salud y enfermedad del ser humano. La microbiota intestinal se conforma en los primeros años de vida y madura alrededor de los 2 a 3 años de edad, edad en la que se adquiere un perfil similar al del adulto. Por tanto, es fundamental “cuidarla” y minimizar las noxas que puedan afectarle negativamente.

En este sentido, algunos autores sugieren que si la persona conserva una buena microbiota en la edad adulta y llega a un estado de balance inmunitario positivo, es posible que no desarrolle enfermedad celiaca, independiente que exista el factor genético predisponente, tal como se describe en el artículo “Gut microbiota and risk of developing celiac disease”, publicado el año 2016.

Con lo anteriormente expresado, es factible destacar que la exposición al gluten NO ES LA UNICA noxa desencadenante de la expresión de la enfermedad o entidades asociadas, sino que otras circunstancias medioambientales pueden convertirse en moduladores mucho más potentes.

Figura n.1. Esquema representativo de factores que influyen sobre la microbiota intestinal y consecuentemente, favorecen el desarrollo de Enfermedad Celíaca.

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Basado en: Gut microbiota and risk of developing celiac disease. J Clin Gastroenterol 2016; 50 (Supp. 2): S148–S152.


Para leer más sobre el tema, puede mirar

Cenit, M; Codoner – Franch, P. Gut microbiota and risk of developing celiac disease. J Clin Gastroenterol 2016; 50 (Supp. 2): S148–S152.